La hiperconectividad, la urbanización y la globalización, con sus cambios, afectan la salud mental de las personas. Cómo lidiar con los errores y hacer del fracaso un gran aprendizaje.
Los cambios sociales se dan tan rápido que, muchas veces, las personas tienen dificultades para incorporarlos y adaptarse. Los estímulos externos de la globalización, la hiperconectividad y la urbanización son constantes y repercuten en los individuos.
“Somos cuerpo, emoción y lenguaje. Esto quiere decir que cualquiera de estos tres dominios repercute en el otro”, explica desde una mirada ontológica Verónica Salatino, Licenciada en Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Coach profesional (con aval ICF). Es clave que cada persona pueda responder: “¿cómo impactan los comportamientos sociales en mi salud?”.
Expertos de Seguros SURA identificaron 3 tendencias que grafican cómo el ritmo de vida postmoderno ha generado cambios en el desarrollo personal y social de las personas. Esto ha dado lugar a tres fenómenos:
- Nuevas estructuras y dinámicas familiares, donde la crianza de los hijos se empieza a delegar a terceros (sistema educativo, familia extensa y empleados). Este cambio de roles y responsabilidades debilita la red de apoyo familiar, además de pérdida de valores y ausencia de habilidades para gestionar las emociones.
- La hiperconectividad vinculada a una mayor exposición de la vida en las redes sociales y con ello una pérdida del concepto de la intimidad, como así también una dependencia de la tecnología, lo que provoca una disminución de las habilidades de socialización.
- La globalización y el mayor acceso de la sociedad a las tecnologías lleva a un mayor consumo y vivencias desproporcionadas haciendo visible la repetición de conductas de los individuos de manera inconsciente (comportamiento de rebaño).
Estas situaciones cotidianas y cambiantes llevan a que se vivencien algunos comportamientos como la competitividad. En la comparación constante con el otro emerge la sensación de lo que se conoce como “fracaso”.
De qué hablamos cuando hablamos de fracaso
María Juliana Gaviria, médica y Directora de la capacidad de salud de la oficina corporativa de Seguros SURA, explica que “aceptar que nos hemos equivocado no es sencillo; significa que algo hemos hecho mal y, seguramente, hubiésemos querido que no ocurriera. Por ello, lo mejor es considerar el error como un reajuste”.
“Todos los grandes maestros pulen su arte (el que sea) a base de cometer errores y corregir”, agrega. En este caso, Salatino ejemplifica con un famoso dicho “Es muy conocida la frase de Thomas Edison que asegura que no fracasó al descubrir la bombilla eléctrica (o lamparita) en su intento número mil, sino que descubrió 999 maneras en las que no hacerla”.
Gaviria reconoce que “los errores están muy mal vistos en la sociedad. Nos hemos creído la fórmula de ‘valor=resultados’, y por eso odiamos fallar. La clave de todo está en cómo se interpreta ese error. Algunos interpretan el error como fracaso y, dependiendo de lo que éste signifique para ellos, lo disimularán, o echarán la culpa a otros. El fracaso contiene las semillas del éxito decía una voz sabia. Esto ocurre cuando permitimos que la parte sustancial del fracaso se convierta en bendición, en bisagra que abre esa puerta inadvertida”.
Desde esta mirada, la experta de Seguros SURA menciona algunos aspectos positivos de cometer fallos:
- Te vuelves más inteligente: el error te permite analizar la situación y aprender de ella pues el éxito a la primera no genera análisis.
- Desarrollas una mayor capacidad de aprendizaje.
- Desarrollas tu memoria.
- Te motivan a seguir aprendiendo.
- Incitan nuevas conexiones neuronales en el cerebro y lo vuelven más activo y ejercitas tu capacidad de resistencia.
Todo depende del foco
Salatino sostiene que “cambiar el foco es lo que nos permite aprender de todo, incluso de esos intentos que no salieron como esperábamos. Siempre podemos ver la misma situación como un fracaso o podemos verla como Edison, como un aprendizaje”.
“Ese aprendizaje es la resiliencia”, explica a Asegúrate de Vivir la escritora uruguaya y Coach de Inteligencia Emocional y Creativa, María Raquel Bonifacino. Y profundiza “Si piensas la vida como en un juego, donde apuestas, haces un plan y lo llevas a cabo, debes estar preparado a perder”.
En este juego hay diferentes opciones, detalla Bonifacino:
Camino 1. La soga. En la vida siempre tienes que tener una cuerda, pero esta puede ser usada para atarnos e impedirnos el movimiento o para salvarnos la vida sacándonos de un pozo. Está en nosotros cambiar la situación.
Camino 2. Leer libros sobre distintas experiencias. Debemos darle a nuestra mente diferentes informaciones a través de lecturas o videos sobre los asuntos que más nos preocupan, no encerrarnos en un estado monotemático, sino que debemos abrirnos a nuevos conocimientos y salir de nuestras zonas erróneas. Cambiar la información nos hace ver los supuestos problemas en forma diferente. Cambiar el canal de nuestra mente nos cambia la vida.
Camino 3. No hay culpas. Aunque muchas religiones y sociedades nos han culpado desde el nacimiento, debemos quitarnos la culpa de nuestras espaldas, dado que, si no dañamos a nadie y a nada y respetamos a los demás, todo lo que suceda no es nuestra culpa. Y, si lo fuera, debemos tomarlo como una enseñanza para el futuro. En realidad, la perfección por sí sola no existe. Lo que existe es el aprendizaje permanente.
Camino 4. La creatividad. El desarrollo de la Inteligencia Creativa es sumamente importante para que seamos resilientes. Al ser creativos tendremos una mente libre para encontrar soluciones diferentes a un mismo problema.
Camino 5. Sin equipajes. Cuanto menos equipaje más fácil es el viaje por la vida. Lo mismo sucede con los preconceptos. Una mente ágil, no tiene preconceptos, tiene planes, ideas, neuronas prontas para aprender y aprehender, además de estar atenta a nuevas oportunidades e ideas que surjan de formas inesperadas.
“Lo más importante en este viaje por la vida es llevar la esperanza. La certeza de que podemos materializar aquello que deseamos, la capacidad de adaptarnos en los aprendizajes y de transformarnos en el proceso de creación de nuestro ser anhelado. Nadie dice que vivir sea fácil, vivir es el mayor y maravilloso juego y desafío que se nos presenta desde nuestro primer aliento”, concluye Bonifacino.
Uno de los propósitos de Seguros SURA es acompañar a los asegurados a ser relevantes, vivir saludable y plenamente. Para ello, la capacidad de convivir con el error y lidiar con las emociones resulta fundamental en un ritmo de vida cada vez más acelerado y desafiante.