El boom del teletrabajo, la teleeducación, los negocios digitales y la pandemia generaron un crecimiento exponencial de estafas en la red donde, no sólo los internautas se volvieron más vulnerables, sino también las empresas. En este escenario de transformación digital, los fraudes electrónicos tuvieron un crecimiento exponencial.
Según los datos de la Asociación Argentina de Lucha Contra el Cibercrimen, los delitos informáticos aumentaron en Latinoamérica un 60% en 2020, un número que se mantuvo en la misma sintonía durante todo el 2021. Principalmente, se efectuaron fraudes electrónicos bancarios o de comercio digital, y robo de datos e información mediante el uso de logotipos de entidades y empresas, llamadas telefónicas y otros medios de captación.
Los cambios en las formas de uso de internet y consumos son algunas de las causas de la proliferación de este tipo de robos. Hoy en día, trabajar, estudiar, reunirse con amigos, hacer compras y transacciones, se volvieron actividades mucho más comunes en el ámbito digital.
Tipos de fraudes electrónicos
Algunas de las formas de ataque más comunes son los spams, emails falsos con datos adjuntos maliciosos, ransomware o secuestrador de datos, e-shops o apps maliciosas, como explica Lukas Stefanko en los informes del Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas de España (CNPIC). Este panorama ha hecho que, tanto usuarios como empresas, refuercen sistemas de seguridad y tomen mayores precauciones.
La suplantación de identidad o phishing es un método en el cual los delincuentes se hacen pasar por personas conocidas, plataformas de comercios electrónicos o instituciones bancarias para robar datos personales. Según un estudio realizado por TransUnion, este tipo de fraude electrónico es el más común y representa el 27% de los casos.
También existen los sitios web falsos. Florencia del Medico, de Maplink, explica que esta estafa consiste en una página de internet con una interfaz igual a la original, lo que hace que las personas no noten la diferencia y caigan en la trampa, dejando su información de acceso. Por lo general, esta forma de fraude va acompañada del smishing, que ocurre mediante mensajes de texto o correos electrónicos con enlaces fraudulentos a estos sitios.
El robo de datos de tarjetas de crédito corresponde al 13% de los casos de fraude digital. Este fenómeno se da cuando las personas entran a sitios web falsos o no seguros, donde los ciberdelincuentes aprovechan para extraer la información y realizar compras, hasta que los bancos o los mismos usuarios se dan cuenta de la actividad irregular y bloquean la tarjeta.
Por su parte, el vishing consiste en robar la identidad por voz, recreando llamadas fraudulentas en las que los estafadores se hacen pasar por entidades financieras y engañan a las personas para que les brinden información confidencial como contraseñas, documentos de identidad y otros datos de verificación de identidad.
Estafas que llegaron con la pandemia
Durante la cuarentena surgieron tres formas nuevas de fraudes electrónicos. Una de estas fueron resultados de tests falsos. Surgió la modalidad de vender certificados negativos falsos mediante redes como WhatsApp y Snapchat. Según la BBC, en países como Francia, España, Países Bajos y Chile se detectaron dichos certificados, cuyos precios oscilaban entre los 40 y 85 USD.
Otro fraude fue el de ofrecer remedios y curas falsas, vendidos en clínicas, sitios online, redes sociales y programas de televisión. Con el desarrollo y la distribución masiva de las vacunas, el fraude consistía en pagar cierta suma de dinero a cambio de estar en una lista prioritaria para recibir con mayor rapidez la inmunización e incluso llegaron a venderse vacunas falsas. La Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FCT) advirtió sobre la problemática y pidió a las personas ignorar anuncios de venta o dichas ofertas, ya que solamente el Estado es el que las distribuye.
El corona-phishing empezó como una aparente campaña de donaciones de caridad falsas o supuesta venta de mascarillas, alcohol en gel y desinfectantes, entre otros productos aclamados ante la emergencia sanitaria. Con el tiempo, los estafadores accedieron a las redes sociales de entidades bancarias, como sucedió en Argentina, donde varias de ellas tuvieron que cerrar sus perfiles porque hubo robo de información de sus clientes y robo de dinero.
También hubo criminales que se hicieron pasar por gestores del gobierno para ofrecer asistencia económica, pidiendo datos y timando a las personas e incluso, bajo esta modalidad hubo algunas personas estafadas a las cuales les pidieron los datos de sus tarjetas de crédito para enviarles test de coronavirus gratuitos.
Consejos para evitar fraudes electrónicos
Si bien, en la mayoría de los casos, estas situaciones suceden por descuido o ignorancia de los usuarios, nadie está exento de los ciberataques y cada día hay nuevas formas de robo digital. Es por esto que diversas empresas, instituciones y expertos desarrollan campañas de cibereducación, para prevenir que las personas sean víctimas de este tipo de delitos.
Existen algunas prácticas de seguridad muy sencillas. En este sentido, De Medico realiza algunas recomendaciones:
- Evitar registrarse en sitios sospechosos
- No enviar datos personales por teléfono ni compartirlos en redes sociales
- Tener cuidado con ofertas muy llamativas
- Verificar la reputación de las tiendas y los vendedores antes de realizar compras en línea
- Evitar poner datos en computadoras de uso compartido
- Siempre cerrar la sesión de las cuentas después de usarlas y tener precaución con los enlaces recibidos por correo o SMS
- Se recomienda verificar el remitente y el sitio web al que dirige.
Desde SURA Seguros hay un fuerte compromiso con sus clientes, personas y empresas para evitar los fraudes digitales, a los cuales no sólo se combate con educación, sino también asegurándose contra eventuales pérdidas económicas producto de esta clase de maniobras.