Las compañías latinoamericanas, tanto grandes como pequeñas, enfrentan un contexto internacional desafiante e índices inflacionarios crecientes en el marco de la post pandemia. Cómo puede esta coyuntura conspirar contra un clima próspero para la inversión y los negocios.
La pandemia agravó los problemas estructurales de las economías regionales. La inflación de los países latinoamericanos se disparó como consecuencia de las medidas de estímulo que tomaron los gobiernos para hacer frente a la crisis sanitaria. De esta forma, el proceso inflacionario que se acentuó en el 2020 por el Covid-19 se consolidó en el 2021, según un análisis de expertos de Seguros SURA Tendencias y Riesgos, compartido a Asegúrate de Vivir.
Según datos provistos por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo de la ONU, las economías más grandes de la región -Brasil, México, Chile y Colombia- cerraron el 2021 con un alza inflacionaria mayor a la esperada.
Sin contar países con “inflación crónica”, como el caso de Argentina, Haití, Surinam y Venezuela, la región de América Latina y El Caribe reportaron una inflación general del 7,2% en 2021. Así lo indica Cepal en su informe ‘Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe’.
“Latinoamérica fue la región más afectada por la pandemia”, remarca Cepal en el documento, y completa que “se espera que 2022 esté marcado por las asimetrías entre países y una desaceleración motivada por la incertidumbre”.
Sobre esto, Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de Cepal, expresa que “la pandemia ha infligido un daño duradero al crecimiento de las economías en gran parte de la región, lo cual se agrava con los problemas estructurales que precedían a la crisis, problemas de baja inversión, de baja productividad e informalidad”.
La inflación y sus consecuencias en la economía
Como respuesta a la crisis inflacionaria que vive la región, los bancos centrales latinoamericanos apelaron a un aumento de las tasas de interés para evitar una depreciación aún más grande de sus monedas. Argentina lidera el ránking de países con mayor tasa de interés de la región -con un 40%-, seguido detrás por Brasil con un 9,25%.
Julián González, Director en GrupoSet Latam, una consultora especializada en Pymes, explica a Asegúrate de Vivir, que “el aumento de las tasas de interés es la herramienta monetaria que los bancos centrales tienen más a mano para controlar la inflación”. Sin embargo -agrega-, “hay que tener cuidado porque esto puede empujar la economía a una recesión peor que el problema que intentan mejorar”.
“Hay que tener en cuenta que aumentar las tasas de interés puede enfriar la economía”, remarca el especialista. “Los créditos se vuelven más costosos y, obviamente, la gente y las empresas procuran no pedir prestado. Con el tiempo, esto se traduce en una disminución del consumo y menor circulación del dinero en el mercado”, profundiza.
González completa que, mediante el incremento de las tasas de interés, no sólo se intenta detener la inflación. Los bancos centrales también buscan detener una salida abrupta de capitales, lo cual despreciaría aún más la moneda local. “Esto se convertiría en más inflación”, cierra el Director en GrupoSet.
Andrés Rave, Director Regional de Soluciones para Empresas en Seguros SURA, entiende el aumento de la tasas como un “freno de mano inicial” que, en definitiva, “desincentiva la demanda y el endeudamiento, regulando en parte el incremento de precios pero sin resolver la problemática de fondo vinculada a la coyuntura de abastecimiento”.
El impacto en las empresas
“Este efecto sistémico afecta a todo el parque empresarial”, subraya Rave en diálogo con Asegúrate de Vivir, “tanto a las Pymes como a las grandes empresas”. Según el experto, “la diferencia estriba en la capacidad de negociación de insumos, proveedores, inventarios, precios y el músculo financiero de las empresas grandes, que tiene una mayor resiliencia ante estos cambios”.
Para una Pyme, “trabajar en un ambiente con tanta inflación significa la imposibilidad de tener información o certidumbre para proyectar y tener clara su rentabilidad”, repara Julián González, “y éste es uno de los mayores dolores que puede tener el empresario Pyme: la incertidumbre”.
“Aumentan los precios, hay menos movimiento en la economía -lo que disminuye el consumo- y, por consecuencia, se reducen los márgenes de ganancia de los negocios. Se incrementan también los gastos administrativos y la mayoría de los gastos que soportan la estructura empresarial, no sólo los insumos y materiales sino también la logística. Todo esto hace que aumenten los costos y que no siempre la empresa los pueda trasladar a precios. De esta forma, la rentabilidad es cada vez menor”, enfatiza el ejecutivo de GrupoSet.
Otro punto importante es el de la capacidad de financiamiento de las empresas. González advierte: “Las empresas necesitan de crédito para financiar su crecimiento y éste cada vez le va a salir más caro. Por ende, no van a tener de dónde conseguir ese dinero. La inversión se va a desacelerar porque la gente va a preferir estos elementos financieros ya que los préstamos son muy caros”.
Obstáculos en el 2022
Más allá de los de los fenómenos internos que se suscitan en las economías locales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alerta que las economías emergentes deben prepararse para alzas de las tasas de interés de Estados Unidos, y advierte que “ciclos más rápidos de lo esperado de la Reserva Federal podrían sacudir a los mercados financieros y desencadenar salidas de capitales y una depreciación de sus monedas”.
Paralelamente, el banco de inversión norteamericano, Goldman Sachs, estimó a principios de febrero que la FED aumentará siete veces la tasa de interés a lo largo de 2022.
Sobre esta coyuntura, el Director en GrupoSet advierte que el endurecimiento de las tasas de inflación de la FED norteamericana inevitablemente va a perjudicar a las economías emergentes “porque va a actuar como una aspiradora de dólares”, y explica: “Hoy los inversionistas van a preferir poner su dinero en bonos de EE.UU. antes que en países emergentes”.
De esta manera, a medida que aumentan las tasas de interés en EE.UU., es muy probable que el flujo de capital hacia las economías emergentes se desacelere, impactando en el crecimiento económico en esos países y, por supuesto, debilitando sus monedas.