En ocasiones, recibir atención médica en el hogar resulta más beneficioso que acudir a un hospital. La tranquilidad de estar en el propio espacio y acompañado de los seres queridos, puede ser un aliciente emocional para la recuperación de los pacientes.
El médico Juvenal Urbino, personaje de la novela El amor en los tiempos del cólera, del escritor colombiano Gabriel García Márquez, salía todos los días a las 4 de la tarde a visitar “a sus enfermos, después de tomarse un jarro grande de limonada con hielo”. Él se resistía a recibir a los pacientes en su consultorio y “seguía atendiéndolos en sus casas, como lo hizo siempre, desde que la ciudad era tan doméstica que podía irse caminando a cualquier parte”.
Durante muchos años, la atención domiciliaria fue la única forma de asistencia médica. Los primeros hospitales, administrados en su mayoría por órdenes religiosas, prestaban sus servicios exclusivamente a personas en situación de calle o abandono. Es gracias al desarrollo de técnicas diagnósticas y tratamientos que esa dinámica cambió. En la actualidad, las clínicas y hospitales son los lugares por excelencia para la atención de los pacientes y sus necesidades.
El Dr. Francisco Sánchez del Corral, especialista en medicina familiar y comunitaria, considera que en los últimos años existe un renovado interés por el domicilio como un lugar de atención al paciente y que esto es “facilitado por el desarrollo tecnológico y la expansión de la atención primaria”.
La atención domiciliaria se puede definir, según el Dr. José Manuel Esteban, como un servicio mediante el cual se provee asistencia médica continua para la resolución de problemas de salud que no requieren hospitalización y “está dirigido a personas que no se pueden desplazar a un centro hospitalario por impedimentos, generalmente, físicos”.
El objetivo de la atención domiciliaria es proporcionar a los pacientes mejores cuidados, aprovechando que el entorno familiar juega un papel protagónico desde el punto de vista emocional, pero sin dejar de lado la responsabilidad del cuidado continuo por parte de la entidad prestadora de salud.
Más allá del aliciente emocional que brinda recibir tratamiento médico en el hogar, te contamos estos 9 beneficios de la atención domiciliaria:
- Valorar las relaciones intrafamiliares en su escenario natural, ayudando a los pacientes y a sus familiares a enfrentar de la mejor manera la enfermedad, cuidando, informando y utilizando de forma eficaz los recursos médicos.
- Establecer una mejor comunicación con la familia de los pacientes.
- Obtener información adicional en el hogar para un mejor diagnóstico y tratamiento.
- Involucrar a la persona enferma y a sus familiares en la toma de decisiones durante el tratamiento, dependiendo del diagnóstico, primando siempre la autonomía del paciente.
- Controlar el cumplimiento del tratamiento indicado y la consecución de los objetivos propuestos en la recuperación.
- Descubrir a tiempo posibles factores que dificultan el seguimiento del plan establecido para la recuperación del paciente.
- Identificar al cuidador primario del paciente, es decir, a la persona que permite al individuo mantener la salud y bienestar, ayudándolo en sus distintas necesidades.
- Educar al paciente y a su familia en el fomento del autocuidado y la autorresponsabilidad en temas de salud preventiva.
- Uno muy importante es que el personal médico se traslada hasta el hogar evitando el desplazamiento del paciente.
La atención domiciliaria, como todo lo relacionado con temas de salud, requiere de personal médico especializado y de la total disposición de la familia y el paciente. No está diseñada, solamente, para acompañar en términos paliativos. El reto está en recibir un acompañamiento de calidad, añade el Dr. Sánchez del Corral.
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Fuentes bibliográficas: