La lucha contra la COVID-19 no ha terminado y los efectos en nuestra salud mental continúan vigentes pese al avance en la jornada mundial de vacunación por lo que no podemos bajar la guardia y en cambio debemos continuar prestando atención a las variaciones en nuestros estados de ánimo, los efectos por la falta de interacción social de los más jóvenes, el incremento en el consumo de sustancias, la frustración, la depresión, la ansiedad, entre muchas otras implicaciones .implicaciones que ponen en riesgo nuestra salud mental.
¿Qué hábitos han cambiado en nuestra vida desde el inicio de la pandemia? ¿Qué acciones nos afecta la salud mental y cómo hemos normalizado? El aislamiento ha sido una de las acciones exigidas a nivel mundial y que nos ha llevado al uso mucho más constante de pantallas, dispositivos tecnológicos y de la internet por lo que también nos hemos alejado de querer compartir con otros, nuevamente, de forma presencial sin que nos pase por la mente la posibilidad de contagio.
Frente a ello, alerta la Organización de Naciones Unidas (ONU) que “el impacto a largo plazo en la educación, la nutrición y el bienestar de toda una generación de niños y jóvenes puede alterar la vida”. Las experiencias sociales y al aire libre que realizamos durante la infancia son muy importantes para nuestro crecimiento personal, sobretodo, para aprender a convivir con otras personas, cuidar nuestras emociones, entre muchas características psicológicas que adquirimos durante unas edades específicas.
El desarrollo de nuestras etapas evolutivas no puede detenerse y durante este tiempo la interacción social ha sido confinada. No basta con vernos a través de pantallas, pues la luz de las pantallas inicialmente pueden afectar nuestros ciclos del sueño y además porque el contacto, las experiencias físicas y la posibilidad de que los niños jueguen entre ellos o solucionen por sí solos sus desacuerdos, son elementos necesarios para el buen desarrollo físico, emocional y de nuestra personalidad.
El bienestar psicológico de los niños, niñas y adolescentes tiene tres facetas, según la UNICEF:
- Bienestar personal: Pensamientos positivos (optimismo, calma, autoestima, confianza en sí mismos).
- Bienestar interpersonal: Relaciones con los demás, cuidado responsable y sensible, sentido de pertenencia, la capacidad de estar cerca de los demás.
- Capacidades y Conocimiento: Capacidad de aprender, de tomar decisiones positivas, de responder a los retos de la vida y de expresarse.
Garantizar el desarrollo adecuado de nuestras etapas evolutivas es muy importante, sobre todo en la infancia y adolescencia cuando se requiere la interacción social, las experiencias al aire libre y el desconectar pantallas. Para cuidar la salud mental se requiere el apoyo de la familia, el fortalecimiento de políticas para la salud mental y el acompañamiento de expertos y especialistas que encuentras en Seguros SURA en toda Latinoamérica.